1.- El calzado es lo más importante en el equipo de un senderista, ya que sobre los pies recae todo el peso del cuerpo, y una rozadura, molestias en los pies, etc., nos puede incomodar nuestro día de ruta.
Un calzado adecuado es la base de todo, jamás se te ocurra estrenar calzado el día que tienes una ruta larga o mucho menos de varios días, tipo Camino de Santiago. Antes debes haber adaptado tus botas o zapatillas a tus pies con caminatas previas más suaves. Así mismo, ten mucho cuidado si te vas a calzar unas botas viejas que hace años que no utilizabas, pues además de que se te puede romper o rajar la suela en una ruta larga por terreno accidentado, te pueden causar una serie de rozaduras que convertirán la ruta en una auténtica pesadilla.
Cuando vayas a comprarte unas botas debes tener en cuenta varios factores: Si tú idea es la de hacer largas caminatas de 12-14 km en adelante o de grandes desniveles, recuerda que el pié tiende a hincharse conforme mas distancia y horas llevamos caminando por lo que si notas que te estás probando te queda un poco justa o simplemente no puedes mover todos los dedos, cómprate un número más. Las botas de montaña deben ser ligeras, cómodas y fuertes, con los tobillos siempre bien protegidos. En las tiendas especializadas las encontrarás para todos los gustos y presupuestos. Aunque te sobre la pasta, no te dejes seducir por las marcas famosas, en mi experiencia compartida durante años con varios compañeros, botas más cómodas que siempre hemos calzado han sido las “Quechua” de 1er. ó 2º precio del DECATHLON, apenas 25 € y nos han aguantado hasta dos temporadas perfectamente saliendo casi todos los fines de semana del año.
En caso de duda, no olvides que lo mejor para andar por los senderos y terrenos accidentados son las botas de montaña. Estas botas han de ser ligeras, cómodas, fuertes, con una suela gruesa y dura. El tobillo ha de estar bien protegido para que evite torceduras, esguinces y rascadas. El gore-tex, es un material que impide que el agua o la nieve derretida, penetre dentro de la bota, este material no necesita mantenimiento y es impermeable.
Usa sólo las botas durante la ruta, el trayecto previo y posterior en coche conviene realizarlo con un calzado cómodo o incluso con chanclas que te mantendrán los pies frescos y relajados. Tus pies te lo agradecerán enormemente al llegar a los coches.
2.- La importancia de los calcetines: Es muy conveniente llevar unos calcetines de repuesto. Si los que llevamos se nos mojan, sudamos mucho, pasamos por sitios donde se nos llenan de pinchos... etc., mejor tener unos limpios en la mochila. También nos pueden servir para abrigarnos las manos si nos sorprende mal tiempo y no llevamos guantes (Maurice Herzog, uno de los dos montañeros que coronó por primera vez un ocho mil, el Anna purna, dice que se habría librado de las graves congelaciones que sufrió en los dedos de las manos -tuvieron que amputárselos todos- si no hubiera perdido los calcetines de repuesto que llevaba en su mochila). Es importante que los calcetines no lleven costuras, relieve y que no sean muy grandes para evitar las fastidiosas ampollas. Es recomendable utilizar calcetines de lycra que expelen el sudor y mantienen el pie seco.
Unos calcetines de buena calidad y no demasiado viejos son tan importantes como las botas. Ahora hay unos técnicos buenísimos por unos 8-9 €, que son finitos, llevan refuerzos en los sitios propensos a rozaduras, incluso la puntera térmica para abrigar más los dedos de los pies. Y no suele ser buena idea el rudimentario truco de ponerse dos calcetines, porque de esa forma tenemos casi garantizadas las rozaduras o bien cuando el pié comienza a hincharse tras una larga caminata nos resultan muy incómodos los dos calcetines.
No te olvides cortarte las uñas de los pies antes de una ruta larga o de gran desnivel de lo contrario en las bajadas veras las estrellitas a cada paso ó directamente perderás mas de una uña o las dejarás machacadas.
3.- Llevar siempre una vestimenta adecuada que nos proteja del frío, del viento y de la lluvia o de la nieve, aunque por la mañana al salir de casa luzca el sol o veamos un cielo completamente estrellado, pues en alta montaña el tiempo cambia muy deprisa y nos podemos ver sorprendidos por una tormenta, nevada o ventisca. Entre los meses de octubre a mayo e incluso en verano para rutas de varios días deberíamos llevar siempre un chubasquero en el fondo de la mochila que no pesa nada y apenas ocupa espacio. Si vas a ir a una zona nevada no te olvides del gorro de lana, gafas de sol, protección solar, guantes, braga, un buen forro polar y ropa de abrigo en general.
De la misma manera que de mayo a octubre no debería faltar en el fondo de tu mochila un bañador por si la ruta pasa cerca de una zona que invita al baño en uno de esos días en que el cuerpo te lo pide y la ocasión se presta a ello. Obviamente en verano no te puede faltar la gorra, gafas de sol, protección solar, al menos antes de echar a andar y si la ruta no pasa por ningún punto de agua, el doble de bebida de lo que hayas calculado.
La vestimenta más adecuada es aquella que sea ligera, amplia y que permita libertad de movimientos.
Las camisetas deberían ser siempre transpirables. Nunca de algodón, se empapan rápidamente y hacen perder calor con más velocidad. Si se quiere llevar, será encima de una transpirable para mantener el sudor lejos de cuerpo.
4.- Gafas de Sol: Imprescindibles en montaña. Conviene llevar un segundo par de repuesto, sobre todo en terreno nevado de montaña.
5.- El botiquín debe formar parte de tu mochila y no esperar que otro lo lleve por ti. Una simple rozadura puede amargarte la excursión. En la mayoría de los casos basta con un pequeño maletín o bolsita que contenga unas pinzas, tijeritas, gasas, tiritas, vendas, esparadrapo, material para curas como: aguja e hilos para tratar ampollas, paracetamol, colirio, mercromina ó betadine, pomadas antiinflamatorias, ibuprofeno y unas tobilleras. Las personas que padezcan de problemas de rodillas deben llevar también rodilleras para amortiguar las bajadas y quien padezca de problemas de espalda subida, una faja con ballena que nos ayude a sobrellevar mejor el esfuerzo extra que supone cargar con la mochila.